Descripción
Esta es una de las casas más singulares de Sevilla.
Está situada en el nº 17 de la calle Santa María la Blanca, junto a la antigua Puerta de la Carne, y hace esquina con la calle Cano y Cueto y con el callejón de los Canarios.
Su enclave es emblemático, en la confluencia de los dos barrios más turísticos de Sevilla, el de Santa Cruz y el de La Judería.
La casa tiene una amplia y bonita fachada, con entrada central y dos pequeños locales comerciales a los lados, cuatro ventanales con cierro en planta primera, cinco ventanales con balcón en planta segunda y cuatro pilastras con remate cerámico que dan soporte a la barandilla de hierro de la espléndida terraza situada en la tercera planta, desde la que se accede al singularísimo mirador “de sillón”.
La distribución por plantas es la siguiente:
En planta baja, zaguán con portón de entrada y cancela antigua de hierro forjado sin remaches: patio con montera, aseo con ducha, cocina con salita y despensa bajo escalera.
En planta primera, salón, salita contigua y dormitorio con vestidor (actualmente despacho). Esta planta no tiene cuarto de baño.
En planta segunda, tres habitaciones contiguas, cuarto de armarios y cuarto de baño.
En planta tercera, castillete con pequeño taller, amplia terraza solarium, lavadero y trastero. Desde el taller se accede al mirador de silla en un nivel superior, desde el que se pueden disfrutar de excelentes vistas.
Muros anchos, suelos hidráulicos, techos altos.
La instalación eléctrica y de fontanería se reformaron en 2019.
Los dos locales comerciales, estanco y joyería, pertenecen a la casa y están actualmente arrendados.
Historia. La casa perteneció al Hospital de los santos Cosme y Damián, y existe constancia de la existencia de dicho edificio en 1.503, año en que dicho Hospital dió en censo la casa a Don Diego Alfonso (Archivo Histórico Provincial de Sevilla). Como excepción al modelo de mirador clásico de las casas sevillanas, hay que destacar la presencia de tres miradores “de sillón”, labrados a comienzos del siglo XIX, en las calles Cano y Cueto, San Isidoro y Castelar, tres piezas arquitectónicas únicas en Sevilla. Se llaman “de sillón” por su forma, en cuyo aparente respaldar se aloja la escalera, mientras en la otra mitad se aloja una especie de balcón, dejando ver solamente un lado del horizonte. Este mirador de la calle Cano y Cueto, al sobrepasar en altura a la muralla de la Puerta de la Carne, permitía divisar las huertas próximas y el matadero, de donde llegaban a la ciudad las necesarias provisiones. Su descripción arquitectónica es la siguiente: Su cuerpo es de planta cuadrangular, que emerge de la cubierta del edificio y aloja la caja de la escalera. Su espaldar está rematado por un frontón mixtilineo que acaba en veleta, y sus brazos tienen forma de roleos, que mueren en las pilastras delanteras. Cierra el resto del conjunto una artística baranda de hierro. La parte trasera está cubierta y resguardada de la lluvia. Su decoración es barroca. Presenta las impostas y coronamientos de los pilares arquitrabados, prodiga los pinjantes dieciochescos y alterna la cubierta plana con la de tejas. El espaldar se caracteriza por la línea sinuosa en que acaba, teniendo en su parte más alta una artística veleta de hierro forjado. En dicha veleta se pueden apreciar los agujeros producidos por los disparos de los soldados desde un cuartel cercano, en plena Guerra Civil Española. La construcción del mirador sobre la casa ya existente data finales del siglo XVIII o principios del XIX. Al no existir testimonio gráfico de la Puerta de la Carne y sus alrededores en 1.577, fecha de la terminación de dicha Puerta, no es posible situarla en esa fecha. Sin embargo podemos identificar su construcción en el apunte realizado por Richard Ford, que Sancho Corbacho data entre los años 1.830 y 1.832. (Fuente: El mirador de la calle Cano y Cueto de Sevilla. Joaquín González Moreno. Archivo Hispalense, nº 253.)